Por La Barra Espaciadora / @EspaciadoraBar
Basta con que el mandamás de turno dé una orden en televisión nacional para que sus huestes babeen de rabia y de odio. Hace dos semanas, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, inauguró una bronca con un usuario de redes sociales llamado Crudo Ecuador (@CrudoEcuador). En rigor, lo que ocurrió es que un hombre de Estado le declaró la guerra a un anónimo dedicado a diseñar bromas de carácter político en sus cuentas de Twitter y Facebook. No importa si el bromista tiene gran sentido del humor o no, eso es otro cuento. El caso es que el presidente de una nación dejó su sitio de estadista, se recogió las mangas de su camisa bordada y desafió a un desconocido a ver quién es el más bacán, como en una ordinaria pelea de barrio. “Vamos a ver si cuando salgan del anonimato siguen siendo tan jocosos”, dijo Correa después. Lo curioso es que en su sentencia el mandatario haya omitido al batallón de trolls que ganan dinero –dicen algunos que ese dinero sale de fondos públicos- por defender a su gobierno con insultos gruesos y calumnias en contra de sus opositores o simples críticos. El presidente ecuatoriano criticó el anonimato de un usuario aislado y se hizo de la vista gorda ante los trolls que lamen sus mocasines bajo nombres ficticios como Lola Cienfuegos (@lolacienfuego), TripaMishqui (@tripamishhqui), El Patriota (@elpatriotaec) @JusticieroVive y otros tantos que aparecen y desaparecen de acuerdo a la coyuntura.
Esta curiosa batalla virtual contra un jocoso nace de una orden impartida por quien administra el dinero de todo un pueblo y dirige aparatos de inteligencia. Es algo así como la sofisticación de la guerra. Ya no se necesitan campos físicos para enfrentarse al enemigo sino tan solo generar un espacio de violencia simbólica. Las tropas ya no van en camiones sino que se forman ante las computadoras de las oficinas de propaganda gubernamental, y así, la legítima defensa se pierde frente a la pérdida del sentido: el llamado al ataque masivo. No son balas, son tuits. Ahora seremos diez mil los que vamos a «responder», advirtió el presidente.
Mientras un bromista anónimo en Twitter puede incluso pasar por ingenuo al ejercer su derecho a reír y hacer reir, el juego de palabras de Correa exige que nadie se ría de él. “Por cada twitter que mande (@CrudoEcuador), mandaremos diez mil diciéndole: eres un cobarde”, le dijo el presidente del Ecuador a un usuario de Facebook y de Twitter. No solo eso: el estadista presidente de un país ordenó abrir un sitio web llamado somosmas.ec y destinado a congregar a la “comunidad de apoyo a la Revolución Ciudadana”. También ordenó abrir una cuenta de Twitter: @SomosMasEc y así, como cuando en el barrio ganaba el más alto, el más bacán y el que tenía más panas malencarados, Rafael Correa se puso a medir fuerzas con este anónimo que solo pretendía ironizar la realidad local. Las redes sociales, desde ese sábado, se convirtieron en una plaza pública llena de odio en nombre de la libertad de expresión.
Luego de su bravata, Correa le dio la mano a un anónimo de redes sociales para que multiplicara exponencialmente sus seguidores y fans. Ahora, cientos de usuarios hacen circular textos de solidaridad con el mentado perseguido virtual y adoptan su nombre, como en este mensaje: “Señor presidente, no gaste más dineros públicos y tiempo administrativo en un operativo de inteligencia para encontrar mi verdadera identidad. Lo confieso: YO SOY CRUDO ECUADOR. ¿Dónde debo ir a entregarme? Y, por favor, ayúdeme con la lista de mis delitos para facilitar los trámites pertinentes”. Pero, así como el bloguero se ha graneado simpatizantes, la provocación del presidente Correa ha desatado también una serie de amenazas violentas, algunas de muerte, incluso, que merecen atención: Un usuario de Twitter con nickname @fidelernesto24 dijo: “Se que pronto te vamos a encontrar y te daremos tu merecido, empezaremos por tu familia para que palpes el sufrimiento” (sic). También escribió esto: “Maldito Cobarde ojala te encuentren y te fusiles y tu familia=»(sic).
Luego de unas horas, el dueño de esta cuenta borró todas las publicaciones hasta entonces hechas. Varios tuiteros y usuarios de Facebook desataron una cadena de mensajes exigiendo de parte del Estado ecuatoriano respuesta oficial ante estas amenazas. Hacia la noche del domingo 25, una semana después de que se declarara la guerra virtual, la bronca de barrio entre un presidente y un tuitero se convirtió en agenda del ministro del Interior del Ecuador, José Serrano, quien escribió en su respectiva cuenta de Twitter: “@ppsesa @CrudoEcuador mañana pondré denuncia para q se investigue supuesta amenaza, q importante seria q ningún canalla se esconda detrás d troll” (sic).
¿Y los trolls anónimos asalariados? ¿Cuánta consecuencia hay en las declaraciones oficiales de las autoridades ecuatorianas? ¿Está consciente el presidente Correa de que en su gobierno hay quien dirige fuerzas anónimas para hacer pintas en las paredes y atacar a los críticos del régimen en Internet? En efecto, desde que Correa usó su espacio semanal en televisión el sábado 17 de enero para arremeter contra @CrudoEcuador, las fuerzas de la inteligencia correísta pusieron el ojo en la Internet, un espacio que sus expertos en comunicación no habían sabido cómo controlar hasta entonces y que quizás no lo terminan de comprender hasta ahora.
A veces resulta mejor reírse incluso de uno mismo, antes que salir a dar garrote al primero que nos levanta la voz. Pero, por ahora, prohibir e intimidar parece ser la manera de ejercer el poder político en el Ecuador contemporáneo.