Por Diego Cazar Baquero / La Barra Espaciadora

La protesta se centró en la polémica sobre la propuesta de Código Laboral presentada por el ministro de Relaciones Laborales, Carlos Marx Carrasco.
El presidente Rafael Correa fue el principal blanco de los reclamos obreros.
Estudiantes universitarios mostraron sus rostros pintados durante la marcha.
Los universitarios arengaron por los derechos laborales.
El Baserola Mosh, personaje del mundo roquero quiteño, se ha unido a la marcha del Día Universal del trabajador.
Los familiares de desaparecidos también se unieron a la convocatoria para exigir justicia al Estado.
Un miembro de la Confederación Ecuatoriana de Trabajadores y Organizaciones de la Seguridad Social.
Los rostros del Che Guevara miran hacia atrás.
La juventud del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador.
Miembros del Sindicato Único del Municipio de Quito gritaban: «Vamos, Quito, Quito no se ahueva, carajo!».
Un vehículo de algún miembro de la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres sirvió para alentar a los marchantes con consignas y canciones de Violeta Parra y de Carlos Puebla.
Un trabajador del Gobierno de la Provincia de Pichincha se separó de la marcha al mediodía. En frente suyo, el legendario sociólogoo intelectual de izquierda, Alejandro Moreano, se incorporaba a la concentración en la plaza de Santo Domingo.
Uno de los performances artísticos de los colectivos independientes que se adhirieron a la marcha.
Un integrante del colectivo Rompecandados dramatizó una pieza que ironizó a la banca internacional.
Una violinista, integrante del colectivo Rompecandados, acompañó la marcha con su música.
La tamborilera del grupo, marcando el compás de una murga.
Algunos de los opositores a las políticas del gobierno de Rafael Correa ironizaron con su imagen. Aquí lo compararon con el Tío Sam, acusándolo de «entreguista».
Dos de los carteles que quedaron en las paredes del Centro Histórico de Quito luego del paso de los manifestantes.
Detrás de todas las delegaciones, los empleados de Emaseo, la empresa de aseo de la capital ecuatoriana, se encargaban de limpiar las calles y aceras y de desaparecer las volantes y panfletos que los manifestantes habían hecho circular.